Mariano González Higuera, hoy injustamente olvidado, es uno de esos damasquinadores que han escrito con letras de oro la historia del damasquinado toledano. Al igual que otros grandes artistas del arte de incrustar el oro en el hierro, como José Martín Tofiños o Mariano Moragón, González fue uno de los alumnos más aventajados de la Escuela de Artes y Oficios de Toledo, apareciendo su nombre entre los alumnos premiados en el curso 1903/1904. Puso tienda primero en Cuatro Calles, antes de instalarse definitivamente en la Calle del Comercio, 1, anunciándose en la prensa de la época como “Constructor de objetos en hierro y acero, con incrustaciones de oro fino”. Entre los galardones que mereció su obra destaca la medalla de oro en la Exposición Internacional de Grenoble de 1926, por “sus objetos de bisutería en damasquinado, arte tan netamente toledano y que el señor González, conservando la tradición de su casa, conserva en gran altura” (El Castellano. 6-2-1926).