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MARIANO GONZÁLEZ

Mariano González Higuera, hoy injustamente olvidado, es uno de esos damasquinadores que han escrito con letras de oro la historia del damasquinado toledano. Al igual que otros grandes artistas del arte de incrustar el oro en el hierro, como José Martín Tofiños o Mariano Moragón, González fue uno de los alumnos más aventajados de la Escuela de Artes y Oficios de Toledo, apareciendo su nombre entre los alumnos premiados en el curso 1903/1904. Puso tienda primero en Cuatro Calles, antes de instalarse definitivamente en la Calle del Comercio, 1, anunciándose en la prensa de la época como “Constructor de objetos en hierro y acero, con incrustaciones de oro fino”. Entre los galardones que mereció su obra destaca la medalla de oro en la Exposición Internacional de Grenoble de 1926, por “sus objetos de bisutería en damasquinado, arte tan netamente toledano y que el señor González, conservando la tradición de su casa, conserva en gran altura” (El Castellano. 6-2-1926).

González, cofrecillo

En su calidad de Presidente de la Patronal de Gremios Mercantiles presidió, junto con el alcalde de Toledo don José Ballester Gonzalvo, el banquete-homenaje a “los elementos que más destacaron en la campaña recientemente realizada en defensa de aquella ciudad  para reparar los daños que le causó la dictadura” [de Primo de Rivera]. Participó de manera destacada en los conflictos que durante la República surgieron entre los patronos del gremio, algunos de ellos grandes damasquinadores que prosperaron y crearon sus propias empresas, y los obreros artesanos. Denunció repetidamente la lamentable situación que estaba viviendo el sector por culpa del descenso del turismo, de la pésima gestión política y de la estandarización de los trabajos de damasquinado, como consecuencia de la cual muchos obreros damasquinadores se vieron abocados al paro. En 1934 existían en Toledo entre 16 y 20 establecimientos que venden estos objetos artísticos, pero apenas mantienen un damasquinador por tienda. González, cuyo taller “viene sosteniendo y sostiene cuatro obreros: tres damasquinadores y un limador”, en una carta al director de El Castellano (24-3-1934) acusa al Ayuntamiento de Toledo, en la etapa del Sr. Ballester y su sucesor el Sr. García, de no haber hecho nada por promocionar el turismo en la ciudad. Del taller de González es el bastón de mando con el que el pueblo de Toledo agradeció al teniente coronel Luis Ruedas Ledesma la represión del movimiento revolucionario de Asturias, gesto que el propio Ruedas Ledesma, que un año después se uniría al golpe de Estado del general Franco, agradeció en una carta publicada en El Castellano el 15 de abril de 1935. Podemos hacernos una idea de los precios de estos productos, pues se conserva en el Archivo Municipal de Toledo una factura de ese año expedida por Mariano González a nombre del Ayuntamiento “por un bastón damasquinado con inscripción de cincelado por la cantidad de 30 pesetas”.

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Reproducimos aquí la daga tipo Boabdil, con dos cabezas de elefante pavonadas a modo de gavilanes, un pequeño cofre y una pitillera, firmados con la leyenda “M. GONZÁLEZ. CALLE COMERCIO 1. TOLEDO”. Sobresale la calidad del trabajo en oro con un finísimo perlado de plata, mas también el carácter repetitivo del repertorio ornamental árabe que acabó imponiéndose en Toledo, con sus estrellas de ocho puntas, las palmetas simples o compuestas y los consabidos lemas nazaríes, los mismos elementos que por esa época podíamos encontrar en los talleres de Juan Ballesteros o de Alberto Serrano.

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