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RAQUEL DE LA TORRE SERRANO

Nacida en Toledo, pero con raíces cordobesas, Raquel de la Torre forma hoy parte de esa reducidísima nueva generación de jóvenes damasquinadores toledanos, vocacionalmente amantes de esta milenaria artesanía tan vinculada a esta ciudad. 

Su padre, el maestro ya retirado Carlos de la Torre, trabajó en la casa Suárez, y Raquel iba al taller con él todos los domingos cuando era pequeña, pero con la advertencia de que no tocara nada de su trabajo. 

En su infancia ya mostró interés por las artes escénicas, interviniendo en algunas obras de teatro con el deseo de ser actriz. También ganó un concurso de canto. Realizó guiones, escribió poesía, algunos de los cuales merecieron ser publicados en la revista del instituto y mostró un gran interés por la fotografía. Pero todo lo que hizo fue sin recibir formación alguna, vocacionalmente y por pura afición y disfrute. Hasta que hace siete años, Raquel de la Torre, dio el paso en su trayectoria profesional que marcaría su vida: abrazar el legado de su familia y convertirlo en su propia evolución artística. 

Su marca comercial “Togashi” nació en 2019 con la finalidad de crear su propia firma, siguiendo su propio estilo, como una evolución del estilo del damasquinado convencional.  

“Necesitaba crear mis propios diseñosal margen de la estética tradicional, para acercar la técnica a un público más joven, centrándome en crear objetos funcionales y actuales, en vez de que fuesen tan solo decorativos”. 

Así nació “Togashi Damasquinos”, un taller donde la joyería se transforma en lenguaje. Aquí, cada pieza no es solo un adorno, sino una conversación entre la tradición milenaria y el diseño contemporáneo. El clásico y el vanguardista se entrelazan en perfecta armonía, creando joyas que no entienden de épocas, solo de emoción. 

Raquel no crea para el presente: crea desde el pasado, pensando en el futuro. Su sueño no es solo que el damasquinado artesanal sobreviva, en cuya defensa se encuentra siempre activa, sino que florezca, se reinvente y brille con nueva fuerza. Cada una de sus piezas lleva una historia, una memoria, una chispa de eternidad. 

 

¿Raquel, ¿quién o qué influyó en tu decisión de dedicarte a esta profesión?

Hace 10 años no había encontrado una vocación profesional que me inspirase de verdad. Fue entonces cuando le pedí a mi padre que me enseñara el oficio del damasquinado. Para mi suerte, encontré en este oficio un equilibrio emocional que nunca había experimentado y fue entonces cuando me enamoré completamente de esta artesanía.

¿A qué maestro damasquinador o centro acudiste en tus comienzos para empezar a formarte como artesana damasquinadora? Mi único maestro ha sido mi padre, Carlos de la Torre y mi hermano, Jesús de la Torre.

Qué echaste más en falta en los inicios de tu formación: ¿centros de formación especializada, una formación teórico práctica eficaz, la posibilidad de poner en práctica los conocimientos adquiridos en talleres del sector, …? . Lo que echaba en falta era todo lo que he tenido que ir construyendo con el paso de los años. La adquisición de algunas herramientas ha sido lo principal (Las de mi padre las heredó mi hermano por ser el primero en aprender el oficio) También más formación teórica en cuanto a la historia del damasquinado. En mi caso estudié el oficio a través de los pocos libros que hay disponibles y la información que se encuentra en internet.

Una vez finalizada tu formación inicial, ¿encontraste facilidades para incorporarte profesionalmente de forma remunerada en el sector? No fue tan fácil. Ya tenía algún cliente por parte de mi padre, pero tardé algún tiempo en poder darme de alta como autónoma y hacer crecer la cartera de clientes.

¿Crees que hoy el damasquinado sigue contando con jóvenes interesados en aprender el oficio? Creo que sí, no es algo que yo pueda saber, pero veo muy posible que si el día de mañana el damasquinado tiene la ayuda que se merece, podrían darse nuevos jóvenes artesanos con ganas de continuar esta profesión.

¿Qué consideras que debería hacerse para estimular el interés de las nuevas generaciones hacia el damasquinado? Hoy en día quien pueda dedicarse al damasquinado es porque tiene un familiar que quiera enseñarle y facilitarle todas las herramientas. La única opción sería que existiera un centro de formación profesional, como en tiempos se prestó en la Escuela de Artes y Oficios de Toledo. Si las administraciones siguen mirando para otro lado en este aspecto fundamental, será completamente imposible salvar al damasquinado artesanal al carecer de un lugar donde aprenderlo fuera de la vía tradicional del relevo familiar.

El damasquinado se ha movido tradicionalmente, básicamente, entre dos estilos: el islámico y el renacentista, después vino el de personajes, lugares y monumentos historicistas. ¿Consideras que aún siguen siendo de interés en el mercado este tipo de estilos o consideras que habría que innovar hacia un nuevo tipo de estilos y diseños? Tanto el estilo árabe como el renacimiento siguen siendo muy demandados. Para ampliar los estilos creo que cada artesano debería dar rienda suelta a su creatividad y sentirse libre, aplicando su estilo personal.

Siempre se ha asociado el damasquinado a objetos decorativos de uso personal, como: pitilleras, bastones, pendientes, colgantes, sortijas, pulseras …, aparte de las distintas piezas decorativas utilizadas en los hogares: platos, cofres, ánforas, relojes …, ¿Consideras que hoy en día este tipo de piezas damasquinadas gozan del interés y el deseo de posesión del comprador español? ¿Y del turismo extranjero? Todos los formatos mencionados siguen siendo de interés para todo el público en general, siempre tendremos una mayor acogida en el extranjero. Diría que todos los objetos mencionados tienen salida hoy en día, exceptuando piezas más grandes.

¿Qué crees que se debería hacer para conseguir una mayor difusión y deseabilidad de poseer piezas damasquinadas para el comprador español? ¿Y en el dirigido al turismo? Lo esencial sería dejar de engañar al consumidor al no aclarar convenientemente la diferencia entre lo que es damasquinado artesanal y la fabricación industrial. Separar el trabajo artesano del industrial en las tiendas, no mezclarlo, etiquetar cada modalidad de manera inconfundible, explicarlo con honestidad por parte de los comercios y las instituciones. El cliente que no tenga muy claro lo que es el damasquinado, puede no gustarle estéticamente si de primera mano recibe la imitación industrial. Solo tenemos que escuchar al toledano. Hay a quien no le gusta el damasquinado porque lo encuentran poco atractivo, pasado de moda y porque se ensucia rápido. Con el tiempo pude ver que ese consumidor de Toledo se refería al damasquinado hecho a máquina, tan masificado en los escaparates de Toledo. Ahora, estos detractores llevan con orgullo algunas de mis piezas. Una vez más, se puede ver como la producción industrial, lamentablemente presentada en muchos casos como auténtico damasquinado artesanal, hace daño y mal vende nuestro legado.

Tú, que vienes ya desarrollando tu profesión como damasquinadora a través de una amplia trayectoria profesional de forma autónoma en este oficio, dínos: ¿qué consideras que podrían hacer, que no estén haciendo adecuadamente, las distintas administraciones: comunitaria, territorial y municipal para evitar la decadencia del damasquinado? Por parte de las instituciones sigo sin entender cómo pueden dar tantísima difusión a muchos oficios de Castilla la Mancha y tan poco al damasquinado artesanal. Considero que todo lo que he conseguido, principalmente, ha sido por mí misma con muy pocos recursos. Si se le diera más protagonismo por parte de la administración toledana al damasquinado; se impartiera una formación reglada, completa y de la duración necesaria; se abriera un museo del damasquinado, como Talavera tiene para la cerámica, y se prestara  más ayuda a los jóvenes aprendices en la apertura de sus talleres, creo que se conseguiría lo contrario de lo que por desgracia está ocurriendo hoy en día con esta milenaria artesanía, tan identificada con Toledo, en vía de extinción.

Finalmente, ¿crees que se merece la artesanía del damasquinado de Toledo que la Junta de Castilla La Mancha, después de tres años de haber sido solicitada, aún no haya declarado en primera instancia a esta “Bien de Interés Cultural”, para luego poder optar, como ya hicieron en Talavera de la Reina con la cerámica, a su declaración como “Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad” por la UNESCO? Por supuesto.