Emiko Ito es una japonesa natural de Kumamoto, situada en el extremo sur de Japón y a escasa distancia de la tristemente famosa ciudad de Nagasaki. Un buen día descubrio que una lejana ciudad española llamada Toledo era famosa, entre otras muchas cosas, por la elaboración de hermosas piezas de damasquinado. Sin pensárselo más, hizo su maleta y se vino para acá para conocerlo en persona y aprender sus técnicas, pasando unos meses como discípula del maestro Mariano San Félix.
Muchos toledanos que han crecido en esta ciudad rodeados de talleres y comercios de damasquinado, ignoran que esta artesanía tan vinculada a Toledo se ha practicado desde hace mucho tiempo también en Japón.
¿Qué diferencias encuentras tú entre las técnicas de ejecución de uno y otro lugar y respecto de sus diseños?
En Japón, mucha gente tampoco sabe que en Toledo se trabaja el damasquinado. Asimismo, pocos japoneses saben que en Kumamoto y en Kioto existe también la artesanía de la incrustación. Creo que esto se debe a que cada vez menos gente muestra interés por la artesanía tradicional de los extremos occidental y oriental del mundo. Creo que se debe a que este arte se considera muy especializado y costoso, ya que en Japón se originó como arte decorativo utilizado por la clase guerrera de los samuráis. En España, su desarrollo está también vinculado a las clases nobles y militares.
Básicamente, las técnicas son las mismas en cuanto al trabajo de forjar el hierro y la incrustación de oro y plata, pero las herramientas, las técnicas y los motivos utilizados son diferentes.
En cuanto al acabado, sobre todo en Japón, donde hay más humedad que en España, es necesario utilizar técnicas acordes con su climatología. En Kioto se trabaja con laca, mientras que en Kumamoto se hace con óxido, lo que lleva mucho más tiempo de elaboración.
Tú dedicaste 6 meses de tu vida a formarte como damasquinadora en la ciudad de Toledo, ¿qué sabías tú de esta ciudad para escogerla como el lugar para recibir formación en este tipo de artesanía?
Cuando busqué poniendo la palabra clave «damasquinado» en internet, apareció «Toledo», así que me interesé por las diferencias de expresión y decidí dirigir mis pasos hacia allí, antes de saber mucho más sobre el tema.
Para abaratar los costes de producción de piezas damasquinadas de forma artesanal, surgieron hace ya varios años algunas fábricas de damasquinado industrial, en los que se sustituye el proceso de aplicación manual de oro y de plata sobre hierro por el de la estampación a máquina, añadiendo un repasado manual en algunas gamas de mayor precio.
¿En Japón también se ha producido este proceso de mecanización de esta artesanía?
En Japón, debido a que no existe mucha demanda en estos momentos, no se ha llegado aún a mecanizar todo el proceso. Sin embargo, sí es cierto que algunas empresas están mecanizando ahora la mitad de dicho proceso. Pienso que en Japón, debido a que se da mucha mayor importancia al trabajo artesanal en la producción, hay pocos lugares en los que se fabrique de manera industrial todo el proceso.
¿Y qué crees que ha motivado esta iniciativa de industrializar parte del proceso de elaboración de esta artesanía?
Creo que eso se decidió hacer así con el objetivo de abaratar los precios al máximo y conseguir ahorrar tiempo en su producción, pero la realidad es que hoy en día ese tipo de empresas parecen estar al borde de la quiebra.
¿Cuál es la situación que está atravesando el damasquinado artesano en Japón en la actualidad, y cómo ves su futuro?
Tengo que reconocer que el número de artesanos damasquinadores está disminuyendo día a día. La situación es tan crítica que ya sólo quedan unos pocos arte-sanos con plena dedicación. De hecho, anteriormente había otros centros de producción aparte de Kumamoto y de Kioto, pero han ido desapareciendo con el paso de los años.
Tú, que conoces cómo ha ido evolucionando la artesanía del damasquinado en Toledo, así como el tipo de piezas que se comercializan, ¿consideras necesarios algunos cambios para adecuar el tipo de piezas a crear o sus diseños a los gustos actuales?
En mi opinión creo que es bastante necesario. Hay muchas tiendas de damasquinado en Toledo, pero tengo la impresión de que casi todas ellas tan sólo ofrecen el mismo tipo de productos. Los objetos elaborados con técnicas antiguas son importantes, por lo que necesitamos artesanos que se comprometan a continuar eso que en Japón llamamos indistintamente «patrimonio» y «tradición». Pero, al mismo tiempo, considero que también es necesario que los artesanos sean creativos y asuman el compromiso de evolucionar y dar un nuevo enfoque a sus creaciones.
Hablemos ahora de los planes formativos disponibles en Japón para impartir los conocimientos necesarios en esta artesanía a las nuevas vocaciones.
Creo que dar una buena formación a los jóvenes artesanos es fundamental. Pien-so que se les debe ayudar en su proceso creativo para que puedan ser capaces de producir obras con una sensibilidad que aún no poseen o que no han tenido oportunidad de desarrollar en su entorno. Los artesanos más experimentados debe-rían de poder colaborar en su aprendizaje y ser su apoyo en las áreas donde estos jóvenes artesanos les falte técnica, y así ambos podrían crecer e impulsar este ar-te. Sin embargo, en Japón, un entorno así es difícil de conseguir y eso puede ser un problema. Por tanto, considero que una forma de conseguirlo sería dando a conocer la tradición del damasquinado e interesar a los jóvenes en su elaboración. Celebrar actos y exposiciones con regularidad podría ayudar mucho a difundir este arte e impulsarlo, con el fin de que continúe creciendo y perdure en el tiempo.
Si tú, Emiko, estuvieras hoy interesada en Japón en dedicarte a practicar esta artesanía profesionalmente, ¿cuáles serían los pasos que deberías dar para conseguirlo?
Será difícil. Esto se debe a que lleva mucho tiempo empezar su práctica sin tener conocimientos de ninguna técnica. También lleva mucho tiempo formar a la gen-te para que continúe. Me enseñaron que las técnicas japonesas, en particular, requieren de al menos diez años para el dominar el cincelado (nunome-kiri) y de tres años para el acabado. Una vez adquiridos los conocimientos imprescindibles para poder comenzar a desempeñar tu labor como damasquinadora,
¿Te resultaría fácil poder entrar en algún taller en el que poder comenzar a adquirir la experiencia necesaria como maestra damasquinadora?
No serían muchos los que puedan hacerlo o conseguirlo.
¿Crees que existe en tu país vocación en los jóvenes hacia la práctica del damasquinado?
Pues muy escasa en la actualidad
¿A qué lo atribuyes?
Pues fundamentalmente esto es debido a que son pocos los que pueden ganarse la vida con este trabajo y, consecuentemente, serán pocos los que quieran convertirse en artesanos del damasquinado.
¿Qué consideras debería hacerse para estimular el interés de las nuevas generaciones hacia el damasquinado?
Al tratarse de una artesanía tan desconocida en sus técnicas de elaboración, necesitamos un entorno en el que podamos mostrar a los jóvenes artesanos que estamos disfrutando del proceso y creando grandes obras. Utilizar las redes sociales para difundirlo sería una buena forma de conseguirlo, y habría otras posibilidades de expansión si se deja en manos de personas especializadas en ello.
En tu opinión, ¿consideras bien retribuidos en tu país los trabajos que se requieren para conseguir una obra de damasquinado con técnicas tradicionales?
No está ni mucho menos retribuido suficientemente. En Japón los precios de los objetos damasquinados han ido bajando paulatinamente con el paso de los años, debido a su escasa demanda. Creo que se tendrían que valorar mucho más las habilidades y las técnicas utilizadas por los artesanos damasquinadores. La mayoría de los artesanos de Kumamoto subsisten teniendo dos trabajos, y ese hecho es un síntoma de todo ello.
En Japón la artesanía del damasquinado tuvo una gran aceptación en épocas pasadas para decorar los puños de las catanas, ¿hacia qué objetos se está hoy dirigiendo este arte decorativo?
Las joyas son lo que más abunda y tiene una mayor demanda. Creo que la situación en Japón es similar a la de España, donde casi no hay piezas contemporáneas porque los artesanos que las realizan son mayores. En este sentido, yo no estoy en la misma situación que la mayoría de ellos en Japón, ya que elaboro artículos y diseños originales.
¿Consideras que hoy en día las piezas damasquinadas, no de coleccionismo, gozan en Japón del interés y deseo de posesión del comprador local? ¿Y del turismo extranjero?
El interés hoy por el damasquinado es reducido, pero hay algo de demanda. Los artículos baratos parecen tener un mayor interés por parte del turismo. Algunas de mis obras se venden como piezas de artista, mostrándose una mejor respuesta hacia las piezas de estilo japonés, especialmente las que tienen motivos de espadas.
Emiko, cuenta la artesanía del damasquinado en Japón con algún tipo de protección por parte de las administraciones locales, regionales o centrales?
Apenas está protegido. Existe un sindicato de artesanos, pero sólo funciona en casos de que se conceda alguna ayuda para eventos. Ahora bien, si se llega a ser considerado como especialista de arte en la categoría de patrimonio nacional, hay coberturas disponibles.
¿Desearías comentarnos algo más que consideraras de interés?
Sería muy de agradecer que las administraciones e instituciones privadas se interesaran por esta artesanía tan en riesgo de desaparición, y no solo en España sino también en Japón. Pero, ante todo, me gustaría que no se perdiera ese amor por las propias tradiciones y que se ampliara ese interés por la cultura y el arte, aún más de lo que ya se hace.