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Ricardo González

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Ricardo González

Artesano

Así se presentaba el artesano Ricardo González en la invitación que envió a sus amigos y contactos para visitar su exposición de diseños, dibujos y grabados que tuvo lugar en el Centro Cívico Cultural Buenavista entre el 4 y el 19 de abril de 2024.

En ella, se mostraba la amplia colección de trabajos realizados en sus tiempos libres a lo largo de 60 años de vida profesional, y que deseaba presentar  públicamente ante su inminente retirada, con más de 80 años. Grabados realizados con su propio estilo, originales y piezas únicas, todas ellas inspiradas en los estilos tradicionales de la artesanía toledana.

Ricardo González comenzó sus primeros pasos profesionales como aprendiz en el oficio de grabador al agua fuerte a la temprana edad de 12 años. Su dedicación e interés le facilitaron una positiva evolución, que le permitió poder entrar a los 14 años a formar parte de la que él siempre ha considerado la mejor fábrica de artesanía de Toledo: Bermejo. En ella, el joven Ricardo, tras un periodo inicial de aprendizaje, asciende al cargo de oficial grabador. La gran mayoría de los grabados realizados en aquellos momentos en la fábrica de Bermejo iban destinados a decorar armas blancas para coleccionistas y ejércitos de medio mundo, con especial incidencia en los diferentes sables para oficiales demandados por sus fuerzas armadas.

El prestigio que va adquiriendo la fábrica de Bermejo y su fugaz crecimiento requieren reforzar su estructura, lo que lleva a Ricardo a ocupar el puesto de encargado general de fabricación pasando a formar parte del equipo de dirección de la fábrica. Este ascenso le obliga a dejar el trabajo diario como grabador, adquiriendo a cambio la responsabilidad de trasladar los conocimientos y técnicas adquiridos al resto de operarios, para así poder garantizar los altos niveles de calidad de sus productos.

El alejamiento de la labor de grabador que el ejercicio de sus nuevas responsabilidades le obligó, Ricardo lo suplió dedicando gran parte de su escaso tiempo libre a realizar todo tipo de trabajos de diseño, dibujo y grabación, lo que le permitió, ya una vez jubilado, la elaboración de las mayores y más complejas de sus obras, en algunas de las cuales colaboraron artesanos de otros oficios.

A través de la amplia y variada colección de obras expuestas se pone de manifiesto la pasión de Ricardo, ya desde niño, por la artesanía del grabado al agua fuerte. Artesanía que tuvo su punto álgido en Toledo en la decoración y embellecimiento de todo tipo de armas blancas, armaduras y sus complementos. Una técnica tan desconocida, y hoy casi en estado de extinción, como tantas otras artesanías.

Entre las obras expuestas podemos admirar una amplia variedad de diseños, dibujos y grabados. Todos ellos relacionados con la ciudad de Toledo y en los estilos más identificativos de sus distintas artesanías: el Gótico, el Árabe y el Renacimiento. Una colección que merecería la pena estar expuesta de manera permanente en un lugar destacado de nuestra ciudad, como testimonio de lo que formó parte de su cultura y una de las industrias más prósperas de Toledo, y que tan valorada fue por los ejércitos de tantos países, muy a destacar los EEUU, que dotaron a sus fuerzas armadas con las diferentes armas blancas aquí producidas.

Queremos lanzar desde aquí una nueva llamada de atención a las autoridades en las áreas de Cultura del Ayuntamiento de Toledo, Diputación Provincial y Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, para que reconsideren si están siendo conscientes del enorme riesgo de desaparición de las artesanías más destacadas de Toledo. Si están respondiendo a la reiterada petición de ayuda por parte de sus cada vez más escasos maestros, para que se vuelva a impartir la necesaria formación y aprendizaje de sus técnicas, para que se facilite la creación de talleres a los nuevos artesanos que las superen y a la creación de centros de exposición e interpretación permanentes, en los que no solo exponer las colecciones, hoy mal custodiadas y ocultas a la vista pública como la mostrada por Ricardo González en su exposición, sino también mostrar cómo se realizan.

No puede mantenerse una artesanía cuyas técnicas no son transmitidas a las nuevas generaciones, ni se puede admirar, desear y amar una artesanía que no es considerada merecedora de contar con un lugar donde poder ver su evolución, así como una variada colección de piezas de los grandes maestros toledanos que la hicieron famosa y que nos van dejando sin el reconocimiento merecido.

La colección expuesta a lo largo de dos semanas por Ricardo González a sus 82 años, elaborada a lo largo de toda una vida en el ejercicio de su profesión de artesano grabador, será la primera y la última vez que se muestre al público. Y como ella, las de tantos otros artesanos del damasquinado, el grabado, la cerámica o la espadería.

¿Puede Toledo permitirse algo así?

¿A qué esperan las autoridades responsables del mundo de la Cultura?